28 abril 2008

Mesa redonda sobre dramaturgia puertorriqueña

Eugenio Monclova, entre otros escritores, reflexionó sobre el arte teatral y la sociedad en un casi vacío teatro Victoria Espinosa, en San Juan. (Foto de Primera Hora / José R. Madera)

A menear el coco de los “teatrófilos”

viernes, 25 de abril de 2008
Por Karol Joselyn Sepúlveda / Primera Hora

Sin importar sus años de experiencia en las tablas, Eugenio Monclova, Carlos Canales, Jorge Rigau, Mariela Durán y Gamaliel Valle Rosa coinciden en que el rol del dramaturgo en la sociedad puertorriqueña debe ceñirse a provocar el razonamiento crítico en la audiencia.
¿Y qué ocurre si el espectador no desea pensar? El escritor debe ingeniárselas para que sí lo haga.
En días recientes, con una escasa audiencia, se realizó en el teatro Victoria Espinosa de Santurce una mesa redonda con los autores dramáticos, quienes expusieron su parecer sobre las responsabilidades de la profesión.
Para Marieli Durán, quien se describe como “la novata” del grupo, “los escritores de un país tenemos en las manos la herramienta idónea para despertar conciencias y provocar el raciocinio. Esto es parte de nuestra labor”.
Con ella coincidió el joven Gamaliel Valle Rosa, quien añade la imposición de “retratar la realidad de nuestro país o ficcionalizarla” para obligar al razonamiento.
“Tenemos que tomar el papel de reimaginador de la sociedad. Tal vez revelar o resolver las pasiones del ser humano en escena”, mencionó el escritor, quien más que aportar sus ideas en torno al tema asistió para escuchar a sus colegas.
“Me interesan más sus comentarios y consejos” que expresar su punto de vista.
Eugenio Monclova, por su parte, impartió una visión diferente al abogar por un teatro que se adentre en nuestra historia.
“¿Por qué ir al pasado en busca de temas? Porque el pasado también tenemos que crearlo. Una época se convierte en pasado cuando queda escrita y para la creación de un pasado se necesita, a veces, más fuerza que para crear un futuro. Todas las cosas deben ser puestas exactamente en su sitio”, refirió el gestor de “El ángel de la muerte”, obra que se presenta como parte de la oferta del cuadragésimo noveno Festival de Teatro Puertorriqueño.
“Ha habido intentos en esa dirección, algunos no muy felices... (Ahora,) porque no hayan habido muchos intentos en esa dirección no quiere decir que estemos frente a un callejón sin salida. La obra no debe ser una mera recreación de hechos históricos”, sino que aspire a revelar algo desconocido o novedoso a la audiencia.
El dramaturgo Carlos Canales, por su parte, reconoce y acepta el compromiso de que escribir teatro es un acto supremo de libertad.
En su disertación, el también director especificó que su rol también debe circunscribirse a “descender a las zonas oscuras del ser” y encaminarse a “una exploración hacia el laberinto de la imaginación. Escribir sobre los temas que afectan el alma”.
Además, mencionó la sinceridad, la disciplina, la autocrítica, vencer la autocensura, perturbar la mente del público y mostrar conflictos donde se debata la moralidad, entre otros, como varios aspectos que debe considerar el escritor a la hora de crear una pieza.
Jorge Rigau, mientras, resumió la obligación del dramaturgo en la sociedad con cuatro puntos. Uno de ellos es asumir la responsabilidad que le adjudica la cultura.
“Hay todo tipo de teatro, uno que comunica ideas y otro que no. Pero el dramaturgo de hoy debe sentir el peso de tomar la palabra para comunicar ideas”, exclamó el realizador de “Tornaviaje”.
A esto añadió el apoyo combativo a las personas que representan sus piezas. Desde los “sueldos infames” que reciben los actores y el equipo de producción, hasta los lugares de ensayos que muchas veces mendigan, “a pesar de los espacios grandes y vacíos que abundan”.
Otro punto que discutió fue el aspecto visual en el teatro puertorriqueño, “el que resulta muy pobre”.
“Hay que exigir. Los directores y productores se han conformado con muy poco en el escenario. Las audiencias no tienen una experiencia estética completa y lo primero en afectarse es la palabra. Usted puede ir a un espectáculo caro en Bellas Artes, por ejemplo, y la escenografía es de escuela”, acotó.
El escritor culminó resaltando su cuarto y último señalamiento que consiste en honrar la tradición teatral que precedió a la actual generación.
“Es contarle a la gente de producciones y situaciones que algunos vivimos y otros no vieron”, para que esas historias no mueran y fomenten el interés de disfrutar de una lograda puesta en escena.

2 comentarios:

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