13 mayo 2007

CRITICA TEATRAL


"E PLURIBUS UNUM"
Por Javier del Valle
Especial para El Vocero

Desde los años de España, a los puertorriqueños nos ha tocado defender causas ajenas. Los conflictos bélicos de las metrópolis se llevan a los nuestros para que, en primera fila, atajen las balas destinadas a los políticos que provocan y ordenan la guerra.
Miles de voces de protesta se han levantado para denunciar la sinrazón de las repetidas hostilidades políticas y económicas entre países. Los dirigentes se agarran del patriotismo y la democracia para justificar lo que a todas luces es la defensa del bolsillo de algún poderoso. Nuestra literatura nacional ha utilizado su voz para denunciar la participación boricua en distintos escenarios de guerra.
Durante el pasado fin de semana, continuó la celebración del 48 Festival de Teatro Puertorriqueño del Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP), en el Teatro Francisco Arriví de Santurce. “E Pluribus Unum”, drama de Carlos Acevedo sobre los puertorriqueños en Irak, estrenó luego de ser merecedor del segundo lugar en el certamen anual de dramaturgia del ICP.
La pieza protagonizada por Acevedo incluye a Walter Rodríguez, Samuel Molina, Georgina Borri, Gilda Haddock, Yeimyl Rivera y Ángel González entre otros. La trama retrata un aspecto del objetor o llamado desertor. Un soldado boricua regresa del servicio militar en Irak y decide no regresar a completar su término. El autor lo ubica en el seno de una familia identificada con la estadidad y ciega defensora de la nación norteamericana. Luego de apoyar la causa militar, el joven sargento “Néstor Mellado” se percata de la realidad del conflicto petrolero y decide no volver al campo de batalla.
El desarrollo del texto tiende a caer en una serie de contradicciones e inconsistencia de los personajes. “Susana” (Haddock), la madre religiosa, no quiere que si hijo se vaya a Irak, luego le apoya en su deseo de no regresar y termina pidiéndole que regrese a pelear por evitar las habladurías. Igualmente “Ignacio” (Walter Rodríguez), el padre, se mantiene en un sube y baja de emociones, que si bien es válido, necesita hacerse de manera medida para no anticipar efectos en el desenlace.
Algunas de las acciones del soldado en el frente de batalla atentan con debilitar la tesis de la objeción por conciencia. La conciencia del joven no titubeó cuando se enlistó y estuvo activo por casi ocho años en la reserva militar. No le tembló el pulso cuando asesinó a sangre fría a un anciano solitario. Solo cuando sintió miedo de perder la vida en medio del conflicto vio las atrocidades de la guerra.
El enfoque publicitario te vende un drama distinto al real. “Nelson Mellado”, mas allá de ser un objetor por conciencia, es un ser que abre los ojos, al vivir el esperpento de a flor de piel. Desde esa perspectiva es un gran drama, lleno de honestidad y entereza intelectual que redime al protagonista.
Vale destacar las actuaciones de Yeimyl Rivera y Ángel González, quienes impartieron verdad y frescura a “Susan” y a “Pito”.
Esta producción de Dramarama, Inc. contó con la dirección de Pedro Rodiz, luces de Evarlyn Torres, escenografía de Rodiz y Acevedo, utilería de Ammy y el maquillaje de José Cáceres.

No hay comentarios: