01 octubre 2007

MARCEAU: El silencio lo contiene todo

In memoriam por Javier del Valle
Publicado en Escenario de El Vocero
sabado 29 de septiembre de 2007

Una nota periodística avisaba que el más grande de los mimos visitaría en próximo fin de semana el Teatro Teresa Carreño en la ciudad de Caracas. Solo le había visto en fotos, en algún reportaje televisivo y en una corta intervención en la que caminaba contra el viento en “Silent Movie” de Mel Brooks. Ese lunes le dije a mi esposa que el viernes teníamos que estar en la capital Venezolana para ver al gran maestro del silencio.
Desde una lejana butaca ubicada casi en el medieval gallinero del teatro, vi como se abría un inmenso telón que develaba un escenario completamente vacío. Una erguida figura llenaba aquel vacío, instando a la imaginaria concurrencia congregada en la sala de un tribunal a recibir a mantener el orden. Luego divisé a un frágil acusado, un astuto abogado, un agresivo fiscal, un sabio juez, un enérgico alguacil… Cada uno de los personajes estaba más que definido. Se movían, paraban, sentaban y miraban distinto.
Ya el escenario no estaba desocupado, los personajes llenaban el espacio y paredes, atriles, estrados, sillas, esposas, macanas y malletes se materializaban en mi imaginación. Luego fui testigo de cómo un solitario escultor daba vida a una hermosa mujer que se torna inalcanzable. Un fabricante de máscaras fue atrapado por el gesto grotesco de una de sus creaciones mientras su cuerpo hacía un recorrido que comenzó en la alegría, siguió con la preocupación, llegó al desespero y terminó en frustración.
Cuando regreso sobre mis recuerdos me invade la confusión y me asalta la duda. Creí haber visto una jovial y coqueta joven obesa bailar con Bip en una cita amorosa; no estoy seguro si realmente observé niños corriendo por un parque mientras pasaba una banda de músicos y varias viejas chismeaban. Aquel hermoso pájaro que se formó de las desnudas manos del maestro, ante las miradas atónitas de miles de espectadores seguramente tiene vida y volará eternamente en la memoria de nosotros, los testigos.
Marcel Marceau fue el testimonio vivo de aquella verdad que me enseñó Gilda Navarra, mi amada maestra de mimo. El silencio lo contiene todo. Cada sentimiento, cada palabra y cada historia están contenidos en el gesto, en aquel que nace del corazón.
La marca que nos queda a los que vimos al histrión francés sobre el escenario es indeleble. Los que le conocimos personalmente supimos de su generosidad. Nunca se consideró maestro; siempre fue colega o camarada. Recuerdo como procuraba a los compañeros mimos tan pronto tocaba nuestro suelo. Visitaba el Teatro Circolo de Luis Oliva, o compartía una cena informal con los “panas” que igual que él, cultivamos el ancestral arte que heredamos de los griegos.
Hoy el silencio es mayor. Bip dejara de ser payaso para ser poeta. Su reto a nuestra imaginación nos creo un mundo de personajes, lugares, sentimientos y emociones que habitaran nuestro espíritu y nos harán reír ante el menor silencio.

No hay comentarios: