12 junio 2007

LOS SOLES TRUNCOS (CRITICA TEATRAL)

Fantasmal propuesta
Por: Javier del Valle

Especial para EL VOCERO

Publicada 12 de junio 2007


“Los soles truncos”, uno de los principales clásicos de nuestra dramaturgia nacional, es tal vez el drama en el que más abundan los símbolos.

Para abonar al cargado listado, la compañía de teatro Tablado Puertorriqueño seleccionó un particular escenario para la representación del pasado fin de semana. Es en la Calle del Cristo donde se desarrolla la trama de las hermanas Buckhart, lo que da pie a que se utilizara el patio interior del Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe ubicado en la misma calle.

El dramaturgo René Marqués nos lega con “Los soles truncos”, un texto rico, cuyo héroe y villano es el tiempo. Más allá de la historia de tres hermanas solteronas que viven encerradas en una vieja casa sanjuanera nos enfrentamos a un drama político de elocuente y directo llamado a la conciencia de lo nacional.

Una amplia gama de símbolos dan cohesión a esta pieza. Tres soles truncos filtran la luz exterior, impidiendo iluminación real. Es la luz artificial de las velas y quinqués la encargada de iluminar la irrealidad que viven Inés, Emilia y Hortensia en su vieja casa. Los muebles importados de Europa recuerdan las raíces de las hermanas Buckhart, así como a una burguesía decadente a principios del pasado siglo. Los sueños y anhelos de Emilia viven encerrados en un cofre de madera, así como las prendas de la familia, que recuerdan un pasado próspero que contrasta con la miseria de su presente. Los símbolos se convierten en el cuarto personaje de la tragedia.

El director logra proyectar una visión más fantasmal de este drama político, en el que el autor hace un llamado a la purificación con fuego de un país al que considera en ruinas. Cristina Soler construye una “Inés”‚ recia y casi autómata. Su mirar perdido la desvincula de la trama, demostrando un insalvable pesimismo.

Cristina Sesto muestra una estupenda proyección en escena con un decir impecable, a pesar de que no logra la frescura característica de “Hortensia”, quien es un recuerdo lleno de inocencia y candidez. Yamaris Latorre interpreta una “Emilia” un tanto misteriosa, como si se apoyara de características felinas para su construcción del personaje. Todas alcanzan la visión espectral impuesta por Valenzuela.Sin duda, cada montaje de esta emblemática pieza de Marqués, pone a los que la hemos presenciado varias veces, a realizar el ejercicio de las comparaciones. Soler y Latorre no proyectaron físicamente a los desgraciados personajes de Marqués.

El maquillaje y los peinados de Carlos Muñoz, junto al vestuario de Gloria Sáez aparentaban ser disfraces sobre las actrices, lo que no sucedió en producciones anteriores con estos mismos diseñadores. Tal vez las actrices son demasiado jóvenes para sus personajes.

La escenografía es diseño de Gilberto Valenzuela magistralmente pintada por Félix Vega, la iluminación de Héctor Negrón, ambientación de Jesús Lugo y utilería de Christian Nieves.